Vengo, con una garra bajo las manos de seda y colmillos escondidos por la sonrisa perfecta. Traigo como equipaje un gruñido sordo en el pecho, oculto por el alocado palpitar de un corazón repleto.
Llego, con ninguna gana de adjetivar lo que está definido desde el principio de mi tiempo. Tan sólo busco resquicios que desgarrar en la piel de plástico que me urbaniza.
No necesito ser coherente, mi única necesidad es seguir latiendo cuando abro los ojos en las mañanas.
No va a domesticarme ningún lujo. No van a llevarme de la mano al corral con collares de perlas y cadenas de plata. Porque yo soy cuero salvaje y no conozco metal más precioso que el hierro de mis venas, ni tacto más suave que el del viento sobre mí cuando corro aullando frente a la lluvia.
Nadie mire nunca a otro lado. Si me das un solo instante me acomodaré justo un milímetro debajo de tu piel domesticada y mi continuo ronroneo no te dará un soplo de paz, hasta que vengas a enterrar conmigo tus manos-garras en la tierra, junto a las raíces que nos atan a la Madre. O hasta que vengas a sembrar conmigo el cielo con lluvia de risas sin control.
Yo soy así, como tú. Suave ,como tú. Dura como tú. Perra, como tú. Gata, como tú. Fiera, como tú.